martes, 21 de junio de 2011

Crónica de un viaje a Huesca

Esta entrada poco o nada tiene que ver con el viaje, pero me siento obligado a compartir con vosotros los días que he pasado en Huesca, mas todavía cuando vuelves del viaje sintiendo admiración por un amigo, así que quien quiera dejar de leer ahora, tiene todo el derecho.

Han pasado unos cuantos meses desde que en una noche de juerga y borrachera "el gran caballero español" (así llamaremos a nuestro protagonista, en un idioma casi indescifrable me comentó que para Junio tenia pensado subirse a una bicicleta para hacer una etapa ciclista en Huesca, la treparriscos la llamo. En aquel momento sin pensarlo y motivado por las altas dosis de alcohol en la sangre no pude hacer otra cosa que proponer mi asistencia en directo a tal evento.

Los meses fueron pasando y la fecha llego, como VIP que soy, "el gran caballero español" me proporcionó transporte y alojamiento en el destino (Biescas), un viaje de ilusión y superación personal que iba a vivir en tercera persona y de orgullo y satisfacción que iba a sentir en primera sin yo saberlo al finalizar el viaje.

Llegamos a nuestro destino y logramos adentrarnos en Sabiñanigo, donde recogeríamos la inscripción para la carrera...

Se podía apreciar el miedo en la cara de nuestro protagonista, sabiendo que no había vuelta atrás, que el destino había echado las cartas y nubes de sudor y sacrificio se adueñaban del parte meteorológico del día siguiente.

11259 fue el dorsal asignado. Tocaba comprobar el material que nos habían administrado para la carrera, cientos de participantes y admiradores de agolpaban alrededor de las casetas de la organización, pero en un momento dado, todos los ojos de los presentes se giraron hacia una misma figura, un torso esculpido por los dioses, una luz reflajada en el cuerpo que anhela cualquier macho de este, nuestro país y parte del extranjero. Debería poner limitación de edad para ver la siguiente imagen, puede provocar desmayos. Avisados quedáis...

Estaba todo preparado y acomodados en nuestro destino, las luces del día se apararon, una larga y dura prueba esperaba al día siguiente.

Amaneció soleado, y la etapa comenzó, 2100 participantes comenzaron la prueba, 90 kilómetros de etapa con 965 metros de desnivel que para un vago redomao como yo, no es otra cosa que una marcha al infierno sobre una bici.

Los primeros grupos iban pasando por el pueblo de Biescas, caras de sufrimiento y gotas de sudor poblaban el rostro de los participantes, y entonces en la lejanía, divisamos una luz, cual Cid a lomos de un caballo blanco, en el horizonte apareció nuestro protagonista, una sonrisa en el rostro denotaba que se sentía fuerte, los músculos tallados con mano celestial le estaban respondiendo, su cara reflejaba que mas que una penitencia, estaba viviendo un momento mágico.



Justo en el momento que pasó a nuestro lado, la concentración se apodero de sus sentidos, la fuerza recorrió sus piernas para explotar en los pedales, se levanto de la silla y preparó una aceleración digna de cualquier sprinter de la competición profesional.




Le perdimos la pista, informaciones confusas iban llegando mientras nosotros, los animadores, reponíamos fuerzas en el pueblo.

Después de una dura ascensión a formigal y posterior bajada a Sabiñanigo, la meta les aguardaba, los medios se amontonaban a la entrada a meta por lo que no hay documento gráfico de tal hecho, pero los fans gritaban el la grada enloquecidos, no se había visto nada igual desde Perico, nuestro caballero español lo había logrado, entraba en meta, 3 horas 18 minutos marcaba el reloj oficial, una media de 27,17 km/h y la locura de los aficionados, un mas que meritorio 479 puesto de 2.100 participantes.

Al final de la etapa, la alegría en sus ojos se veía a distancia, la superación, un objetivo vital conseguido y la satisfacción de haber trabajado duro para ese día, no se merecía otro homenaje que llenar nuestros cuerpo con comida digna de reyes y brebaje de dioses...

Nos reunimos durante horas comentando la hazaña de nuestro caballero español, tan llenos de orgullo como de alcohol, nuestros cuerpos reposaron a altas horas de la mañana para al día siguiente emprender el viaje a casa, no hablamos mucho a la vuelta, no nos contamos historias para amenizar el viaje, pero una sonrisa se dibujaba en nuestros labios, una sonrisa que en caso del caballero español era de satisfacción del trabajo cumplido, y en mi caso, de orgullo de poder haber vivido tal gesta en primera persona.


Dedicado al "gran caballero español".


P.D: Ya seriamente, me pareció impresionante!!!! Mis mas sinceros respetos a los dos participantes en la carrera y al protagonista, ole tus cojones!!! Eres todo un ejemplo a seguir para ver que lo que uno se propone, con constancia se puede conseguir! (Espero que no te moleste este semi-reportaje chorra)

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