jueves, 24 de mayo de 2012

Final de India


Un soplo de aire fresco. Así puedo definir ahora mismo Kathmandu. Por fin y contra todo pronóstico estamos en la capital de Nepal.

Los recuerdos se han aposentado lentamente en mi memoria como el regusto de una copa de vino en el paladar. Se saborea mejor con el paso del tiempo y hasta llegar aquí son muchos los sabores que India me ha dejado a su paso.

Reloj de sol sin sol
Posos de añoranza a sitios sagrados hindúes como el pueblo de Pushkar, donde conocimos a una viajera que nos acompañó todo este viaje a través de su blog y que finalmente le pusimos cara, visitamos su lago sagrado y rezamos un mantra en su orilla. Sabores de altura, subidos al minarete de la ciudad de Jaipur, observando su palacio y su observatorio a sus pies y toda una ciudad bulliciosa dando vida a lo que antiguamente debió ser un centro astrofísico a escala gigantesca.


Taj Mahal

El mayor recuerdo de sabores se lo atribuyo al conocido y admirado Taj Mahal, muchos conocen la historia de amor tras este fantástico mausoleo, pero hay que sentarse en un banco a la sombra de un árbol de su jardín, para darse cuenta, cegado por el resplandor de su blanquecino mármol, del amor que debió sentir el emperador Sha Yahan por su segunda esposa Mumtaz Mahal. Un amor sincero, oculto entre otros dos matrimonios de conveniencia y que le calo tan dentro de su ser que construyo una tumba digna de dioses. Perdió una mujer pero construyo un paraíso terrenal donde recordarla. Una pena que su hijo no le permitiera seguir con sus planes, un Taj negro al otro lado de la orilla hubiera sido el final feliz para una historia impresionante, mirándose a lo largo del tiempo uno en frente del otro, viendo el agua correr delante de ellos y bañándose a la luz del mismo sol. Mucho podría decir de la historia, pero lo mejor es verlo en primera persona y empaparse de cada rayo de luz que recorre el complejo desde primera hora de la mañana.

Varanasi
Olores y recuerdos como la ciudad de Varanasi. Dura. La ciudad más sagrada de India, a orillas del rio más sagrado, el Ganges. Una mezcla de sensaciones te invaden recorriendo a pie los numerosos Ghats que se amontonan a su orilla. Merece la pena sentarse a ver la gente que acude a sus aguas para purificarse, niños chapoteando, búfalos disfrutando de un baño refrescante o simplemente gente lavando la ropa o paseando en barca. Todo ello acompañado de un calor sofocante, que hace que si de por si te empapas con sus olores y sensaciones místicas, tengas además una sensación de presión en la cabeza que parece que estés en plena meditación. Y es que la necesitas, el mayor golpe que he sufrido es la ceremonia que tiene lugar en 2 de sus ghats, los crematorios, donde acuden en constante goteo los fallecidos de toda India para ser incinerados a ojos de todas las personas que paseamos por allí para lograr liberarse del ciclo de rencarnaciones. Es duro ver a un padre preparar a su hija para ser quemada, es algo que todavía se me escapa de mi forma de ver la muerte, pero con respeto y silencio compartimos ese momento con el.
 
Y dejando atrás el calor buscamos el refrescante último sabor de india en Darjeeling. Escondido entre montañas y con el Himalaya y sus picos de más de 8000 metros de fondo, Darjeeling refresca conforme cae la noche. Pero durante el día no es solo el calor del sol lo que hace que una gota de sudor te caiga por la frente, la cantidad de gente puede llegar a ser agobiante, parece que media India esta aquí metida entre puestos de ropa callejeros y hoteles bordeando las estrechas calles empinadas de la ciudad. Lo mejor es escaparse a ver su zoo junto con el museo del Everest y maravillarse con los medios con los que se abordó antiguamente la cima de este “monte” y darse cuanta que hace apenas un poco más de 50 años que fue dominado. Es toda una proeza y mi mente se dejaba llevar a aquellos tiempos donde la superación de una persona iba más allá de la fama. Paseos bajo la sombra de cedros japoneses empapándose con el repicar de campanas de oración mientras accedes a un monasterio sagrado budista e hinduista no tiene precio y el recuerdo de su sonido le pone banda musical a su memoria.

Y tras Darjeeling cogimos un jeep y un taxi a la frontera Nepalí y tras más de 4 horas cruzamos la frontera. Habíamos oído y mirado algo sobre las revueltas que estaban teniendo lugar en el país, pero la frase del funcionario de inmigración al vernos me sugirió que habíamos subestimado el conflicto: “Que hacéis vosotros aquí? No os habéis enterado de lo que esta pasando?”

Pero esa es otra historia…

jueves, 10 de mayo de 2012

Primer contacto con Tibet y Delhi


Miro por la ventana y no veo el mismo paisaje cada vez que lo hago. Hemos dejado Delhi para viajar en tercera clase en tren hacia Pushkar.

Vista desde la habitacion
Antes de la capital hemos tenido la gran oportunidad de disfrutar de una ciudad que a priori no entraba en mis planes pero que me ha sorprendido tan gratamente que estoy seguro que algún día volveré a visitarla. Hablo de Dharamsala, mas concretamente McLeod Ganj pueblo donde se encuentra el gobierno tibetano en el exilio, situado en la entrada del Himalaya y donde hemos podido saborear el autentico Tíbet antes de enfrentarnos a él en Lhasa directamente. Montañas nevadas, valles verdes, ríos, banderas de oración, templos, monjes, meditación, yoga… todo salpicado con la espiritualidad tibetana y agradeciendo por primera vez que sea también algo turístico (estaba hasta las mismas de espaguetis con champiñones y curri picante) para poder comer algo decente.

Delhi
Delhi en si no deja de ser una gran urbe, y como tal tiene sus puntos buenos y sus puntos malos. Supongo que en mi situación hace que vea a Delhi de manera diferente. Por mucho que me sorprenda he dejado de ser “turista”, esa persona que llega a una ciudad y ve monumentos y museos tirando fotos por doquier, he pasado a ser una persona que le gusta mas pasear por un mercado, perderme entre callejones alejados de la zona turística y que se maravilla mas por la mirada incrédula de un niño al verte que por ver el fuerte rojo de la ciudad.

Aun así Delhi tiene su encanto, entre todos los lugares que hemos visitado en la ciudad yo destacaría uno sobre los demás, la tumba de Humayun. Construida por la mujer de este emperador mongol y que su estructura y diseño, al cabo de los años, dio vida a lo que hoy es el taj mahal, merece una visita. Merece la pena perderse por la ciudad y ver los mercados y la mezquita de Jama Masjid, que compite en belleza con la tumba. Si se soporta el calor hay muchos mas lugares de interés que merecen la pena, pero si se va en esta época o mas tarde, aprovechar la mañana y el atardecer, que a mediodía es imposible moverse sin desmayarse. Que calor!

Tumba de Humayun
Después de saborear el Tíbet tengo ganas de adentrarme en las montañas, de respirar el frescor y el aire puro y de maravillarme con los paisajes y la cultura de allí, pero antes nos queda mucha india y la mas impactante, el taj mahal, Varanasi, darjeling… pushkar, Jaipur… hay que prepararse para el calor y para la comida, que ya esta pasando factura. Eso si, mi tripa cervecera lo ha agradecido!

jueves, 3 de mayo de 2012

Rata Blanca entre ratas negras!


Cuenta la leyenda que Karni Mata era la rencarnación de la diosa Durga, deidad de la familia real de Bikaner y Jodhpur. Se erigieron numerosos templos en su honor, el mas importante de todos es el karni Mata temple, a 30km de Bikaner.

Según las historias, Karni Mata imploro a Yama, el dios de la muerte, que devolviera a la vida a un hijo de un seguidor suyo, al recibir una negativa, Karni Mata encarno al fallecido hijo y a todos sus seguidores como ratas bajo su protección, desde entonces se veneran en este templo y deben ser cuidadas. Es contado que entre las miles de ratas negras que existen en el templo, hay 4 o 5 ratas blancas, la propia encarnación de Karni Mata y sus hijos y quien las llega a ver, tiene su bendición y es afortunado en la vida.

Llegamos como turistas comunes, maldiciendo la hora de meter los pies descalzos entre tanto excremento de rata medio muerta, a decir verdad cuesta creer que estén veneradas, la mitad están medio muertas y en un estado de abandono considerable. Según avanzaba la visita y haciendo fotos a diestro y siniestro a pequeños animalillos andrajosos echaba un vistazo por el rabillo del ojo por si en algún momento aparecía el destello de algo blanco entre tanto bicho negro. No había suerte y el consuelo de que no era común verla se hacia palpable.

Karni Mata
Viendo beber leche a una serie de seguidores ratunos de Karni Mata alrededor de un plato metálico y haciéndoles fotos, encuadrándolos y disponiéndonos a disparar… “negra, negra, negra, blanca, negra, negra… Espera!!!” Anda! Ahí estaba, en medio de las ratas negras había aparecido una rata albina bebiendo con sus compañeras, salida de la nada y sin previo aviso se había plantado justo delante de nosotros, la gente local comenzó a situarse a nuestro alrededor y hablándonos de la suerte que traía que la rata se dejara ver, Karni Mata en persona nos había saludado y al ver a tanta gente congregada, dio media vuelta y se escondió entre la leña. Al dispersarse la multitud y ante nuestra sorpresa, volvió a salir de nuevo para volver a saludarnos, en un descuido callo a la leche y salió corriendo rauda y veloz. Por mi cabeza paso que la leche había quedado bendecida, y por un instante apareció la idea de beberla, por un instante, luego volví a la realidad, ni creo en estas cosas y mucho menos iba a suicidarme bebiendo aquella cosa blanquecina.

Interior Fuerte
Así pues, y creyéndonos afortunados, con una sonrisa en la boca y la satisfacción de que incluso la gente local que viene numerosas veces al templo y no consigue verla, nos vamos de Bikaner, vinimos a ver el templo, que no es gran cosa, pero algo de ella nos llevamos y Karni Mata nos acompañara siempre.
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