Solo faltaba la banda sonora para que aquello se convirtiera
en una película de indiana Jones en vez de un viaje de placer. Montados en
motos, recorriendo kilómetros por carreteras sin asfaltar en medio de
plantaciones de te y de pueblos rurales íbamos esperando que en cualquier
momento salieran los malos de detrás de los arbustos y nos arruinaran el viaje,
íbamos de un lado a otro preguntando por el aeropuerto y a ser posible sin
encontrar piquetes ni problemas por el camino…
Y es que solo se nos ocurre a nosotros pasar la frontera
unos días antes que se estableciera la constitución nepalí, días en lo que todo
son manifestaciones y protestas, no dejan viajar a nadie, cortan las carreteras
y cierran los chiringos. Pero allí estábamos nosotros, cargados con los
mochilones, saltando en la parte trasera de nuestras motos con cada bache y
seguramente con una cara de agobio que era para habernos visto. Al final todo salió
bien y pudimos llegar al aeropuerto y coger el vuelo que el día anterior nos
había reservado la única agencia abierta de Kakarvitta. Al fin podíamos
relajarnos un poco y por lo menos llegábamos a Kathmandu, allí todo era una incógnita
pero por lo menos estábamos en la capital por si pasaba algo gordo.
Y paso algo gordo… La luz! Sin problemas pudimos coger un
taxi desde el aeropuerto a Thamel, el barrio más turístico de Kathmandu, donde
los ojos se nos abrieron como platos y la sensación de calidez se instalo
rápidamente en nosotros. Después de India y su dureza fue muy gratificante
encontrarse sin esperarlo con Thamel. Tiendas, restaurantes, hoteles… gente
sonriente, limpieza… una maravilla después de tanta incertidumbre y tanta
tensión.
Nuestros planes en la ciudad eran descansar y ver el país si
se podía viajar por el hasta nuestro tour por el Tíbet, que pondría un broche
de oro al viaje. Tras unos días de descanso y viendo que la situación del país
no era tan dramática como nos la pintaban, partimos en busca del parque natural
de Chitwan y posteriormente a Pokhara, entre medias un rafting por el rio Trisuli
que nos sirvió para refrescarnos demasiado (todavía arrastro el resfriado) y es
que el agua que baja de los Himalaya esta fría de cojones.
Chitwan merece la pena solo por su entorno, disfrutar del
silencio, de los sonidos de la naturaleza, verde por todos lados, un paseo en
canoa viendo cocodrilos y pájaros, un ligero paseo por el parque natural entre
ciervos y jabalís, una visita al centro de cría de elefantes viendo pequeños
dumbos y una incomoda vuelta en elefante (te echo de menos margarita) en la que
poder ver a un rinoceronte dándose un baño no tiene precio. A esto le sumas que
por fin comíamos carne y lo salpicas con un recital cultural en el teatro del
pueblo podemos decir que fueron 3 días productivos, donde descansamos y
disfrutamos de la primera impresión del país.
Y tras el chapuzón, Pokhara… Es una pena que nos hiciera
bruma a lo largo de los dos días que estuvimos aquí porque la estampa promete y
mucho. Un lago con montañas verdes en un lado y una calle (lakeside) al otro,
donde se concentra la gran mayoría de la actividad turística de la ciudad. Hay
infinidad de posibilidades y actividades para el turista, desde paseos en barca
hasta parapente pasando por los típicos raftings, paseos a caballo y trekking
de 20 días a los Annapurna. Toda esta postal estaría salpicada por los
Annapurna reflejados en el lago, pero con tanta bruma es imposible verlos. No
hemos tenido esa suerte pero hemos podido disfrutar de un par de días en el
pueblo antes de recibir la llamada…
QUÉ PASADA! QUÉ ENVIDIA JAVIIII
ResponderEliminarBueno ya te vemos prontito..cuántas cosas tendrás en la retina, en la cabeza...en el corazón...vaya experiencia irrepetible...o...habrá otra? ;-)
BSS.MARTA