Después de unos días en los que el impacto de Laos ha sido un poco mas difícil de asimilar que lo imaginado, por fin he vuelto a ver las cosas bajo otro prisma.
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Cafe! |
No es que hayamos hecho gran cosa ni mucho menos algo espectacular, pero Pakse me ha permitido relajarme y disfrutar de la naturaleza por partes iguales. En la ciudad no hay mucho que ver, algunos wat que la pueblan pero poco mas, así que optamos por contratar un tour que nos llevaría a través de la meseta de Bolaven, visitando algunas cascadas, los campos de café y te tan famosos por estos lares y algunos poblados de minorías étnicas por aquí. Y para decir verdad ha merecido la pena.
Nuestra primera parada fue un campo de cultivo de te y de café donde pudimos degustar los aromas y sabores de ambas infusiones y decidimos llevarnos un poco de café para las ocasiones especiales en casa.
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Meditacion |
Justo después, tuvimos el honor de contemplar majestuosa la cascada más alta de todo el sudeste, Tad Fane, saliendo con fuerza de la espesura de la selva y precipitándose al vacío por una caída de 130 metros al fondo de un cráter volcánico. Bonito de ver, aunque en la distancia, una pena que el mirador no este mas cerca y mejor acondicionado, pero de esta manera seguro que se conserva mejor lejos de las manos y la contaminación de la masa social.
La siguiente parada las cascadas de Tat Yuan, menos impactantes pero a mi parecer mas mágicas, pudimos observarlas desde arriba y bajar hasta el lago que se forma en su caída, donde comprobamos su gélido tacto y disfrutamos de la visión de la cascada y de los monjes que la visitaban.
Paramos a comer en las últimas cascadas del día, las Tad Lor, donde después del almuerzo y con el calor rebosando por cada poro de nuestra piel, decidimos que no nos podíamos marchar sin meternos en el agua. Tras varios intentos fallidos debido a la bravura del agua y de lo complicado que es moverse descalzo por el suelo de rocas empapadas, optamos por remojarnos debajo de las pequeñas cascadas que se formaban al inicio, una autentica ducha natural que nos refresco cuerpo y mente de manera inmediata.
Una de las sorpresas enriquecedoras que nos dio el tour fue la visita a 2 aldeas de minorías étnicas donde pudimos ver como viven de manera autentica esta gente.
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Terminando con el sacrificio |
La primera conocida por el factor de que ellos mismos se construyen su ataúd en vida, es la tribu de los Alak, Nge y Ka tu, viven en comunas de hasta 45 personas y como costumbre se casan a la edad de 5 años. Los domingos matan a una vaca en un rito sagrado en el centro del pueblo y pudimos llegar a ver los restos del sacrificio.
La segunda aldea conocida por las mujeres sentadas bajo el techo de paja tejiendo a mano laboriosos pañuelos o faldas de colores fue la de Ban Huy Houn, nos marchamos sin comprar nada, que el presupuesto era limitado, pero hubiera sido un gran recuerdo.
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Wat Phou Champasak |
El tour fue una gozada, pero tuvimos que partir con la idea de llegar a las fiestas de Champasak, que coincidía el último día de fiestas con nuestro itinerario, así que mochila en mano partimos a ver el Wat Phu Champasak y ver que se cocía por allí. El pueblo en si no es mas que una calle flanqueada por guesthouses y restaurantes y el Wat, que se encuentra a una tirada en bici (coger moto), tiene su encanto arqueológico e histórico, pero nosotros que estábamos reventados no lo apreciamos como se merece, hicimos la visita obligada, vimos que las fiestas se parecían mucho a la de los pueblos que todos conocemos y con una sensación de semi derrota enfilamos hacia la capital. Aun así, merece la pena echarle un vistazo a este templo, seguro que tiene mucho mas encanto del que supe encontrarle yo.